Tu WhatsApp te está afectando emocionalmente: cómo evitarlo
María José Muñoz (Psicoterapeuta)
Vivimos confinados en casa y, sin embargo, estamos expuestos a un estrés permanente a través de las redes sociales y el whatsapp, que están más activos que nunca. ¿Cómo gestionarlas?
En el estado de confinamiento actual, y a pesar de estar viviendo en un solo espacio físico, se están experimentando vivencias estresantes relacionadas con la gestión de las redes sociales: las llamadas telefónicas, los whatsapps o las videollamadas nos persiguen en una demanda de atención continua.
Hemos aprendido a hacer cortes en un continuo que es nuestro día a día. Poco importa si hemos tenido un buen o un mal día. Tampoco importa mucho si la noche anterior no se durmió o hay una crisis familiar o de pareja. La vida sigue su curso y, en nuestro interior, se entrecruzan multitud de sensaciones que pueden ser de signo muy distinto y que se entrecortan entre ellas con estos mensajes.
¿Por qué nos está afectando nuestro whatsapp?
Estas interrupciones o cortes en nuestra vida se están multiplicando a medida que va pasando el tiempo de encierro. Además de quienes tienen que contemporizar su vida con el teletrabajo, han proliferado todo tipo de grupos de intercambio y conexión por internet o teléfono. Y esto puede estar afectando a nuestra salud emocional más de lo que creemos:
- No nos estamos permitiendo sentir.
Si vamos frenando y superponiendo unas cosas con otras, no haremos sino crear una deriva en la que, finalmente, habremos dejado la afectividad en suspenso, hipotecada y diferida en el tiempo. Es decir, todo lo que no hayamos digerido afectivamente en sus momentos correspondientes, nos pasará la factura después.
Sin pretenderlo, habremos estado creando un caldo de cultivo para la aparición de síntomas de distinto orden: psicosomáticos, depresivos, fóbicos… o de impotencia ante las cargas cotidianas.
- Estamos expuestos a una esquizofrenia informativa
La idea inicial era la de seguir en contacto con la gente y no perder el hilo. Sin embargo, en muchos casos se han convertido en medios esquizofrénicos en los que, de la misma manera que se comparte un video explicativo sobre el coronavirus, se notifica el aislamiento, ingreso o incluso muerte de algún familiar o conocido por COVID-19, se comparte un meme o un juego matemático o se acepta un reto culinario. Pura esquizofrenia en un solo grupo de whatsapp.
Si alguien de afuera grabara la secuencia de nuestras caras, en pocos minutos pasaríamos, cual si fuéramos mimos, de una risa a fruncir el ceño, entristecernos, indignarnos o a saturarnos y huir del grupo.
Divididos y multiplicados, se superponen sentimientos totalmente contrarios y contradictorios sin poder acabar de digerirlos del todo ni poderles dar a cada uno la dimensión que tiene. Urgidos por los inputs , nos vemos obligados a pasar rápidamente a otra cosa sin analizar la anterior.
¿Por qué se está produciendo este fenómeno?
¿No nos estamos complicando la vida más de lo necesario? ¿No estaremos intentando tapar la angustia de una situación de incertidumbre y pérdidas con otras ansiedades de fuentes conocidas y de conocidos?
Algo sintomático se produce en esa proliferación de agrupaciones que nos conectan con nuestro pasado. Como si se fuera a acabar el mundo, un gran número de personas ha contactado con quienes formaron parte de su infancia, etapa de juventud o estudiantil.
El resultado ha sido que, tras la obligada pregunta sobre su estado de salud, se haya añadido también un grupo más a la larga lista de los actuales y a la obligación de tener que responder a sus ocurrencias, preguntas o futuras quedadas.
Pareciera que quisiéramos huir de un presente agobiante y volver allá donde, supuestamente, ya fuimos.
No hay fisura en el atrás, lo inesperado y desagradable nos vigila con este virus, en el ahora y en el futuro inmediato y la tendencia a regresar nos mueve y, a veces, nos puede.
Qué hacer para centrar nuestra atención en lo importante
Sin duda, cada uno de esos personajes a los que acudimos, formaron parte de un puzle que fue configurando nuestra identidad. Pero regresar no es la solución. Somos mucho más que eso y concentrar nuestra energía en el hoy, poder vivirlo en toda su amplitud, que no es poca, nos permitirá poder proyectar con quienes nos rodean, lo que significa cada sentimiento, cada decisión, cada creación.
- Concéntrate en ti mismo durante un rato. Contactemos, ahora que se nos ofrece la oportunidad, con cada una de las experiencias y actitudes que se están produciendo en nosotros y en quienes nos envuelven, para poder re-significarlos tranquilamente.
- Desconecta: no repitamos esquemas estresantes. No se trata de aislarse sino de que la distribución de nuestros recursos psíquicos estén a nuestro servicio y no a la vorágine demandante de otras vidas y otras épocas.
- Selecciona. Intentemos reducir los grupos y fuentes de información a lo necesario para poder seguir el decurso de los acontecimientos, para enterarnos de si podemos echar una mano a colectivos, vecinos o familiares más necesitados, a aquellos que nos despejan un poco. Intentemos retroalimentarnos asimilando las cosas que van sucediendo en toda su dimensión.